jueves, 9 de febrero de 2012

El sexo débil

El sexo débil 

Existen creencias adheridas a nuestros cromosomas, que solo mutan si las vamos reeducando, borrando literalmente los pensamientos dañinos y escribiendo en su lugar ideas positivas y sanadoras.
La psicóloga chilena Pilar Sordo en uno de sus trabajos se refiere al hecho de la masculinización que está transformando a las niñas en “hombrecitos”, no en el sentido genital sino en lo que hace a los roles. Estas niñas que ahora tienen menos de veinte años revelan actitudes muy parecidas a las que caracterizan a los varones de la misma edad: se arreglan para verse desalineadas, se pelean a la salida de los colegios con una violencia nunca antes vista en el género, escupen en la calle, son bebedoras llegando a revertir estadísticas al respecto (una década atrás los adolescentes varones eran los que experimentaban dificultades con el consumo problemático de bebidas alcohólicas, siendo actualmente las adolescentes  las que incrementan esas cifras), no tienen ni un ápice de recato en lo que atañe a su cuerpo, su vocabulario, sus modales, etc. Pilar Sordo atribuye  esta transformación que esta experimentando el estereotipo genérico a que durante siglos las mujeres hemos venido escuchando, vivenciando y sintiendo que ser mujer es lo peor que nos pudo haber pasado.
 Abuelas, tías, madres, vecinas, maestras, profesoras, diciendo a diario que ser mujer es un bodrio, que las mujeres siempre somos el último orejón del tarro, que somos las sirvientas de la casa, que los hombres nos usan y nos dejan siempre por una mas joven,  que no somos valoradas , que los únicos que la pasan bomba son ellos, que no tienen ningún problema y que cuando se van ( con la otra mas joven) quedan solteros mientras “una” se queda con todos los problemas que acarrean los niños y demás verduras... Entonces las jóvenes intentan “ser” del otro bando, asumiendo una pose, si se quiere, masculinizada, porque no quieren parecerse a tooooodas aquellas mujeres que según sus dichos aparentan ser o haber sido  infelices toda su vida.¿Quetal si nos ponemos a prestar atención a las palabras que salen de nuestras bocas y tratamos de cambiarlas por otras que nos alienten, nos dignifiquen, nos hagan reconectarnos con nuestra esencia femenina? Recordemos que lo que sale de nuestra boca que es el producto de nuestros pensamientos redunda en nuestro espíritu y a posteriori en nuestro entorno. Digámosle mas seguido a nuestr@s hij@s que estamos felices de ser madres, que es lo mejor que nos pudo pasar, que no son una carga, que nos hacen felices (auque a veces  los querramos comer y no a besos), Y también ir cambiando la idea de que somos las que hacen todo todo todo en la casa, ponerlos a colaborar a los varones, educarlos como compañeros de vida de futuras mujeres y no como un ente que se comporta como una visita cuando está en su propia casa. Y a las niñas decirles cada vez que tenemos oportunidad que lo mejor que les pudo pasar es haber nacido mujer, porque las mujeres no somos el sexo débil sino que tenemos la misma o mayor fortaleza (y no hablo de músculos) que los hombres, solo que nos cuesta un poquito mas ser concientes de eso.
                                                                                                  Sonia Valussi
Para ver, escuchar, y ponerse a pensar
 (Pilar Sordo en conferencia)