martes, 9 de agosto de 2011

Generando anticuerpos

El lenguaje ha sido siempre el modo más extendido de transmisión de ideas. Vemos así que en frases aparentemente triviales y de uso cotidiano, existen ideas que a veces vamos dejando grabadas en el inconciente colectivo de generación en generación, como la frase que  quiero traer hoy a la reflexión:
                    “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”
Cuantas veces hemos escuchado y hasta pronunciado esta frase y las mujeres hemos llegado a sentirnos “valoradas” en cierto sentido por quien la trae a colación en alguna conversación o discurso, sin embargo este dicho tan simple,   sencillo y en apariencia inofensivo, tiene como  tantos otros,  una ideología implícita. Primeramente quisiera que nos pongamos a pensar en ese “detrás”. ¿Por qué se eligió esta palabra y no otra para expresar la idea? ¿Qué significado le damos como personas primero y como sociedad luego? ¿Nos interesa pensar al respecto? ¿No nos va ni nos viene?...
 La mujer detrás del hombre, nunca al lado, acompañando, siempre a las espaldas, como rezagada, en segundo plano. ¿Es esa la realidad que vivimos las mujeres? ¿Nos parece bien, mal, masomenos? ¿Nos gustaría hacer algo al respecto para revertir esa imagen? ¿Qué podemos hacer? ¿Estamos comodos/as con este escenario social? Luego, me gustaría plantear el hecho de que ningún ser humano llega a ser “alguien” por mérito ajeno, como lo insinúa nuestra fracesita,  Por más que haya detrás de un hombre, un ejército de mujeres grandiosas, que le laven y le zurzan las medias, le cocinen manjares, le hagan el baile del caño o  le lean las sagradas escrituras, si el tipo es un ser desprovisto de talento al que le escasean las virtudes,  mal que nos pese, jamás resultaría esta situación en un:”gran hombre”. Lo mismo podemos plantear de una mujer, ya que el hecho de que logremos objetivos en la vida solo depende de las aptitudes personales de cada quien.
Tenemos que empezar a repensar la sociedad que queremos y trabajar en pos de ella, recordando que la construcción de esa realidad nace de la suma de las conductas individuales.Tengamos en cuenta siempre que el discurso nunca es unívoco, unilateral, aunque hace siglos que parecería que así fuera. Debemos crear conciencia, oír todas las voces,  educar con la propia conducta, sembrando en nuestro entorno más cercano la semillita del respeto por las diferencias y la valorización de las individualidades; estaremos así generando anticuerpos contra el discurso agresivo o violento hacia el género femenino, evitando poco a poco la discriminación en todas sus formas.
                                                                                                 Sonia Valussi
                                                               
Para ver, escuchar, y ponerse a pensar
(Si no tenés Internet en tu casa, acercáte hasta un ciber, ponéte en orbita, pedí ayuda si no sabés cómo hacer, pero no te pierdas estos sitios web!!!)
Face: Sonia Valussi
ESTA REFLEXIÓN FUE PUBLICADA EN LA REVISTA LA "HOJA DE LA COSTA"Nº19